Bién cierto es que he estado en algunas congregaciones en que su local no tiene más de 60 metros cuadrados, pero no les falta una batería, un bajo a todo meter, y una guitarra eléctrica con el amplificador puesto al máximo. Y no pocas las veces el sonido estruendoso, más que ayudar en la alabanza se convierte en estorbo, a menudo se nos olvida que no son los instrumentos musicales los que adoran sino la congregación.
Pero como os decía, me gusta la música contemporanea, y no tengo ninguna reserva con que entre, como lo ha hecho, ene la iglesia, pero creo que como dice Eclesiastes, "hay un tiempo para todo", y a veces echo de menos los momentos de alabanza "en tono suave y con el arpa", como dice el salmista.
Hoy os traigo en memoria a Jonan Sebastian Bach, máximo exponente de la música barroca.
Yo no sé si sabéis que la mayoría de su más grande música era sacra.
El fué durante gran parte de su vida el director músical de la iglesia Luterana de Santo Tomás en Leipzig. Durante los primeros años hizo cinco ciclo completos de cantatas para cada domingo y los festivos.
¿Os lo imagináis, ir cada domingo a la iglesia y escuchar la nueva composición de Bach?!
Evidentemente las letras son en alemán.
Pero mirar un fragmento de una de sus más conocidas cantatas, sobre la base de un himno tradicional "Wie schön leuchtet der Morgenstern" (Como brilla el lucero de la mañana), BWV 1:
¡Qué hermosa brilla la estrella de la mañana!Y aquí esa Cantata, una de las más conocidas:
Las naciones lo ven y se inclinan
La luz brilla en Judá.
Tú eres el Hijo de David de estirpe de Jacob,
Mi esposo y mi Rey de Gracia,
Por ti mi corazón está suspirando.
Humilde, santo,
Tú eres grande y glorioso, victorioso
Príncipe de gracia,
Llenando todos los lugares celestiales. (...)
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