20.3.06

Cristianos de Leyenda

Una cosa es que no tengamos “santos”, y otra cosa muy distinta, es que olvidemos a los que nos precedieron. A nuestra desmemoria, se suma la tendencia del mundo, de minimizar el cristianismo de grandes hombres, que con su vida y entrega, acercaron a su generación el “reino de los Cielos”.
Así se da la triste circunstancia, incluso entre cristianos, que ignoramos que hombres como Martin Luther King, o como Livingstone eran cristianos, y el haber conocido a Cristo, no fue una anécdota en sus vidas, fue sencillamente el “motor” de las mismas.
En las reflexiones de Bod y Debbie Gass, leia el otro día algo que me emocionaba, que os quiero compartir:

“… YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FIN DEL MUNDO” (Mateo 28.20)
Su cuerpo esta enterrado en la Abadía de Westminster pero su corazón se quedó literalmente en África. Cuando David Livingstone, el médico misionero, murió, los africanos extrajeron su corazón y lo enterraron en la tierra que él amó. En el momento de su muerte o encontraron orando y con su Biblia abierta en Mateo, capitulo 28. Al lado del versículo 20 había una anotación: “La Palabra de todo un Caballero”.

Livingstone podría haber vivido cómodamente en su patria, Escocia. ¿Qué fue lo que lo retuvo en África? Tenía un brazo inmovilizado debido al ataque de un león, había sufrido veintisiete ataques de malaria y estaba agotado por luchar contra los traficantes de esclavos. Dirigiéndose a la audiencia en la Universidad de Glasgow, Livingstone dijo:
“Lo que me sostuvo en medio de las pruebas, dificultades y la soledad de mi destierro fue la promesa de un caballero de la más sagrada honra; y era ésta: ‘… Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo’. La gente habla del sacrificio que he hecho. ¿Pero se puede llamar a esto ‘sacrificio’ cuando se trata simplemente de devolver una pequeña parte de la gran deuda que tengo con Dios? Un pago que trae consigo una tranquilidad mental y la esperanza de un destino glorioso no es ni mucho menos un sacrificio sino ¡un privilegio!”.

Cuando un hombre se puso a llorar abiertamente en su funeral, un amigo suyo le preguntó si había conocido personalmente a Livingstone. Él le contestó: “Yo no lloro por Livingstone, lloro por mi mismo. Él vivió y murió por algo, y yo he vivido para nada”.
El lema de Livingstone era: “No doy valor a nada a no ser que tenga relación con el Reino de Dios”. ¿Podríamos nosotros decir lo mismo?

1 comentario:

  1. La Biblia dice en Hebreos 11:28: "¡El mundo no merecía gente así!"
    A veces cuando leo este pasaje lloro, por nuestra incapacidad que se diga eso de nosotros... no se que mas decir...

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