Cinco

He visto la mano de Dios durante todos estos meses, pero una vez más le digo "no puedo más"… el corazón se me deshace como cera, mi alma desgarra "gemidos indecibles", sé que no podré soportarlo. Y en medio de todo, el mundo camina, disciplente, su ritmo cansino. Se oye un claxon, el bullicio de la ciudad, el ir y venir atolondrado.
¡Que se paren las campanas, que no ladren los perros, callen las avenidas!
Y nada.

  -  Ven tienes que ver esto, me dicen alarmados.

Es una de la gemelas, creo que la torre Norte, dicen que parece que una avioneta se ha estrellado contra ella, una densa y negra humareda se levanta sobre el imponente perfil de la gran ciudad.
Y de repente, un enorme avión de pasajeros se estrella contra la otra torre.
El locutor se ha quedado sin palabras, la gente a mi alrededor enmudece horrorizada.

Y yo siento el agridulce alivio de que mi vida y el mundo recuperan la sincronía.

  - Vuelvo a la habitación con mi hijo, les digo, y les dejo absortos ante el televisor, la ciudad ha callado.

Cinco años ya…