3.12.05

Evangelismo puro y duro

Hemos estado estudiando un libro sobre evangelismo escrito hace casi 30 años, y parece que fuera ayer, "El milagro de la reproducción" de Rodolfo Loyola, la mayoria de sus libros, éste también, estan descatalogados, pero que maravilla!, cuanto necesita oir la iglesia hoy que debemos ser como Ana, la madre de Samuel, clamando por hijos espirituales, que debemos ser como Raquel, que le clama al Señor "danos hijos o perecemos"... si la Iglesia no alumbra pierde su función, si no sala, no sirve más que para ser pisada, si no se reproduce, muere.
Os recomiendo su lectura, voy a tratar de ir trayendo aquí algun capítulo, os pongo como termina:
A lo que llevan tiempo de convertidos, y que casi han llegado a la menopasia sin tener hijos, les aconsejaría que, olvidando todo lo pasado, comiencen de nuevo, buscando el segundo toque de Jesús, y en intimidad estrecha con El, el Esposo, hagan centro de sus peticiones, ésta, la de Raquel la esposa de Jacob: DAME HIJOS O ME MUERO.
Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios.
Si eres siervo del Señor, recuerda que el mejor símil que nos cabe es el del burro sobre el cual entró Jesús como Rey a Jerusalén. Fuimos desatados y separados de nuestros amos anteriores, cuando estábamos en el recodo del camino, porque nuestro Señor nos necesitaba. Mucho cuidado de confundir al burro con el jinete. Para mis compañeros en el ministerio quiero dejar aquí estos versos que son un reflejo de mi propia experiencia y también mi confesión:

OTRA VEZ EL BURRO
Esto no es un poema
¿y qué más da?
Esto es un rebuzno sangrante.
Yo soy el pobre burro que quiso ser jinete.
Yo estuve atado hasta
que mi Señor me hubo menester.

Yo he sido un burro
de multitudes entusiasmadas,
de ruidosas entradas triunfales;
un burro útil, manso a veces.

He tenido burradas a montones,
como esa de alimentar mis orejotas
con la palabra reverendo,
o de tomar un poco de los vítores
o de las bienvenidas
que pertenecen al Rey,
a mi Rey, al buen Rey;
que a pesar de saberme
con esas intenciones típicas de la raza
me acaricia los lomos del orgullo
para decirme: “Anda,
que aún te estoy domando.
No hay nada más valioso
para poder entrar, triunfante y a morir
en las ciudades de las almas
que un buen burro,
sin aparejos de doctor,
firme y pequeño
que deje ver mi gloria”
Rodolfo Loyola

En esta dirección hay algunos poemas más de Loyola, algunos maravillosos

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