2.9.08

Derechos de autor y copyright

Formidable el artículo de Monroy que nos comparte Eva en "Pray & Blogs"

 
 

Enviado por Luis a través de Google Reader:

 
 

vía Blog & Pray de noreply@blogger.com (elim-el oasis de Eva) el 31/08/08

Leo en la revista "Vínculo" en su nº 22, cuyo director es el conocido escritor y periodista Juan Antonio Monroy, el siguiente artículo que me pareció muy interesante y aquí lo comparto. Primero miré cuál era la "política" de esta revista con respecto a sus artículos y como me imaginaba no tiene ni "derechos de autor ni copyright":
"Joost Smiers, profesor de Ciencias Políticas del Arte en el Grupo de Investigación y Economía de la Escuela del Arte de Utrecht, en Holanda, acaba de publicar en Es­paña su libro "Un mundo sin Copyright", traducido ya a cinco idiomas.
Smiers defiende la eliminación del sistema de copyright porque sólo beneficia a las empresas editoriales. "El copyright explota al autor y criminaliza al publico", dice. Y añade: "Hay una alta posibilidad de que el sistema caiga por su propio peso".
El derecho de autor y el copyright constituyen dos concepciones sobre la pro­piedad literaria y artística en general. El primero proviene del derecho francés, mientras que el segundo proviene del derecho anglosajón.
El derecho de autor se basa en la idea de un derecho personal. Ha dedicado tiempo y esfuerzo a producir un libro y quiere proteger su obra. El libro es suyo, nadie debe apropiarse de su contenido. El copyright es un derecho que abarca el plano editorial, la empresa publicadora. Ha comprado a un autor su obra y quiere explotarla en exclusiva.
Autores cristianos que publican en empresas seculares han de someterse a las exigencias comerciales. Aún cuando ellos decidieran renunciar a sus derechos, la editorial no lo haría a los suyos. A las editoriales sólo interesa el negocio, la peseta, el euro, el dólar.
Menos comprensible es que en libros puramente evangélicos, cuya intención, se supone, es llegar al gran público, se subraye hasta la exageración que las páginas impresas tienen derechos reservados por el autor y la entidad editora ostenta en solitario el copyright.
Esto lo comprobamos en ejemplares que llegan con relativa frecuencia a nues­tra redacción. Omitimos títulos, nombres de autor y empresa editora para no herir sensibilidades.
Copiamos de un libro evangélico impreso en Barcelona en septiembre de 2006: "La reproducción total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, queda rigurosamente prohibida sin la autorización de los titulares del copyright y estará sometida a san­ciones establecidas por la ley".
¡Qué susto! Pronto habrá que pedir permiso a la ley, cualquiera que sea, para leerle una página al abuelo. Añadimos que este libro pretende dar a conocer el mensaje del protestantismo a los analfabetos en la materia. Y se abre con prohibi­ciones.
Otro, editado en castellano en Estados Unidos: "Sin la autorización escrita de los titulares del copyright, queda totalmente prohibida, bajo las sanciones contem­pladas por la ley, la reproducción total o parcial por cualquier medio o procedi­miento". En el prefacio de la edición castellana, escrito en Calatayud en abril de 2005, se dice que el libro es una herramienta muy necesaria para que los pastores "puedan hacer un trabajo con mejor fundamento". Si esta es realmente la inten­ción del autor, ¿a qué tantas trabas, tantas limitaciones, tantas amenazas?
El predicador, ¿no suspira porque se llene el templo de gente que escuche su mensaje? ¿Por qué cuando pone este mensaje por escrito y lo entrega al gran pú­blico aplica tantas restricciones?
¿Podemos imaginar a Jesús reservando derechos de autor ante las multitudes que acudían a escuchar sus palabras, o a Pablo estampando el copyright en sus epístolas? ¿No quería Pablo que la Palabra corriera sin obstáculos?.
Tanto los derechos de autor como los derechos editoriales pretenden evitar que otros comercien con el producto propio y arrebaten el negocio. Todo se re­duce a una cuestión de dinero. ¡Qué triste!"

 
 

Cosas que puedes hacer desde aquí:

 
 

3 comentarios:

  1. Formidable, sí señor.

    Buen ejemplo el de Pablo, nadie más desinteresado; sólo le importaba que el evangelio fuese anunciado sin preocuparle quién se lleva el mérito (Filipenses 1:18), mucho menos enriquecerse.

    El mismo Pablo habla en 1 Timoteo de "hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales."

    Sin ir más lejos acabo de poner el logo copychristian en mi blog ;)

    Un saludo y gracias por el artículo
    David

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  2. Una vez escribí algo así, no precisamente sobre el copyright sino del alto costo de ofrendas para pastores, predicadores y "cantantes" conocidos: http://veldugo01.blogspot.com/2007/04/si-si-vayan-vayan-y-prediquen-el.html
    Bendiciones hermano mio! Esto está bueno...

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  3. Excelente artículo Jaaziel.

    Ya sabes, solo faltaría que el Espíritu Santo viniera a las congregaciones y dijera:

    "¡Oigan, no lean esas Biblias sin mi permiso, que la idea original de lo escrito es mía! ¿Han pagado los derechos de lectura en público?"

    Ja, ja... Gracias Dios, que todo nos lo das gratis, para gratis darlo nosotros.

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