4.11.07

Cristianos y Piratas (I)


Nostalgia, Subida por A n ı L.

Debe ser que uno se hace viejo.
Tengo 40 años, y recuerdo aquellas "teclas mágicas": 'play' y 'record', se presionaban a la vez y te permitia grabar una canción de la radio, un disco -sí, de vinilo- que le ibas a regalar en una cassete a un amigo o familiar.

Recuerdo tardes con amigos, grabando y poniendo en común aquel increíble "Crisis ¿What crisis?" de Supertramp, o deslumbrados mientras la aguja se deslizaba sobre la "Bohemian Rapsody" de aquella mítica Queen.

Y lo cierto es que no lo hacíamos con el temor de que la policía derribara la puerta, o un juez nos condenara a pagar una fortuna el resto de nuestra vida, pues no teníamos percepción alguna de estar haciendo algo malo. De hecho los tocadiscos y las radios venian con su reproductor-grabador de cassetes, y las compañías de discos eran un negocio boyante.

Mucho han cambiado las cosas. Y no me cabe duda de que el motor de ese cambio ha sido básicamente la codicia. Las compañías de discos se hicieron más y más grandes hasta convertirse en pantagruélicas multinacionales, que miraban, por encima de cualquier otra cosa, la cuenta de resultados.
A ellos se unieron, las grandes compañías de medios (mass media), que una vez adquiridos los derechos de muchísimas obras, contribuyeron al desarrollo de poderosos lobbys que han empujado agresivamente para ampliar la cobertura de los derechos de autor, actualmente en cerca de 100 años.

La industria discográfica ha venido ignorando absolutamente la música cristiana durante lustros. Para grabar un disco cristiano -especialmente en español- había que ser prácticamente un "héroe" (conozco y admiro a unos cuantos) y estar dispuesto que el empeño te costará una buena suma de dinero de tu propio maltrecho bolsillo.
Que alegría saber que alguna congregación se cantaban alguno de los temas que, con tanto esfuerzo, habían visto la luz. Que gozo ser invitado por alguna iglesia para compartir los temas que el Señor había traído a los corazones para su Pueblo.

Pero las cosas han cambiado, el "nicho" cristiano (triste nombre) ha crecido exponencialmente. Y ya somos interesantes como "mercado" (más triste aún).

(continuará)